La Mansedumbre Y El Amor Como Camino.
La Mansedumbre Y El Amor Como Camino.
Tito 3:2
Aplicando la enseñanza a nuestra vida
cotidiana
Tito 3:2 nos exhorta a vivir una vida de
respeto, amabilidad y mansedumbre: “Que a nadie difamen, que no sean
pendencieros, sino amables, mostrando toda mansedumbre para con todos los
hombres”. Estas palabras encierran un secreto profundo sobre cómo Dios espera
que actuemos, no solo con quienes nos rodean, sino incluso con quienes nos
resultan difíciles de tratar.
El recordatorio paternal de Dios
Como criaturas guiadas por el amor de Dios,
es reconfortante saber que nuestra relación con Él es la de un padre amoroso
que nos instruye, nos corrige y nos ayuda a crecer. Así como una persona adulta
guía a una niña o niño que hace berrinche, Dios nos orienta en nuestros
momentos de debilidad, cuando nuestra actitud se desvía del ejemplo de Jesús.
Él no nos corrige con dureza, sino con ternura y firmeza, recordándonos nuestra
verdadera identidad como sus hijas e hijos.
El desafío de la amabilidad en circunstancias adversas
Ser amables y cordiales suele ser sencillo
cuando tratamos con personas afables, educadas o desconocidas que nos muestran
simpatía. El verdadero reto surge cuando enfrentamos actitudes rudas, palabras
ásperas o incluso deshonestidad. En esas situaciones, nuestra humanidad nos
puede llevar a responder con la misma moneda, pero es ahí donde Tito 3:2 cobra
su real valor.
La mansedumbre no es debilidad, sino
fortaleza. Requiere dominio propio, humildad y una profunda confianza en que,
al actuar con bondad, estamos reflejando el carácter de Dios. La amabilidad
hacia quienes nos han herido o decepcionado es una de las pruebas más grandes
de madurez espiritual.
El poder transformador del amor de Dios
Experimentar la dificultad de ser amables
ante la adversidad es común; todas las personas, en algún momento, han sentido
frustración ante la injusticia o la falta de respeto. Sin embargo, la clave
para superar esos sentimientos no reside en nuestra fuerza, sino en el amor de
Dios. Solo permitiendo que su amor habite en nuestro corazón podremos tener un
verdadero cambio de actitud.
El amor de Dios es capaz de cubrir
cualquier falta, de sanar heridas y de transformar corazones endurecidos.
Cuando entendemos que hemos sido perdonadas y perdonados por Él, se abre en
nosotras y nosotros la posibilidad de perdonar y amar incluso a quienes no lo
merecen desde una perspectiva humana.
Oración para ser instrumento de amor y bondad
Que nuestra oración diaria sea: “Señor,
quiero ser un instrumento de tu amor. Ayúdame a mantener mi corazón dispuesto a
obrar bien, incluso cuando las circunstancias sean difíciles o las personas no
respondan de la mejor manera. Hazme sensible a tu voz y fortaléceme para que
pueda reflejar tu mansedumbre y tu bondad.”
Que nuestra vida sea un reflejo auténtico
del carácter de Dios, siendo luz en medio de la oscuridad y mostrando a cada
persona, incluso a quienes nos desafían, el amor transformador de nuestro Padre
celestial.
Así podremos, día a día, ser verdaderas
hijas e hijos de Dios y testigos vivos de su amor en el mundo.
Dios Te Bendiga
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